sábado, 25 de agosto de 2012

Fotos.


Ya podéis ver las fotos del evento en nuestro álbum de fotos en nuestra página de Facebook. Gracias a Mercedes F. Laguna.

viernes, 24 de agosto de 2012

Gracias.

Desde Sombras en el adarve queremos daros las gracias a todos los que acudisteis ayer a pasar la tarde con nosotros. Fue un placer compartir nuestros textos con vosotros. Esperamos poder tener muchas más veladas como esta.

Gracias a Raúl Vacas por su increíble y mágica presentación y cierre, a Isabel Díaz por el cartel, al Ayuntamiento de Ávila y a la Concejalía de Juventud, en especial a Nuria, por todo su apoyo y los medios y servicios que han puesto a nuestro alcance, y gracias a todos por estar allí.


Aquí tenéis algunas muestras de este recital según los medios de Ávila:

En Ávila Red, con vídeos y fotos.

En Tribuna Ávila, con dos vídeos.

miércoles, 22 de agosto de 2012

Gustavo Garzón (ii).

Los monos locos

Prólogo:

Los monos locos, como los horrorosos orcos, son bochornosos:

Son como podólogos con cloro; como odontólogos con bromo; como tocólogos con
cromo; como proctólogos con boro; como cronólogos con yodo; como fónólogos con
fósforo; como pomólogos cono ozono; como tocólogos con plomo; como oncólogos con
botox, como roncólogos con formol…Todos son como zoólogos con cloroformo: “con
los ojos rojos, llorosos por dolor”.

Los monos locos, por los polos, por Honk Kong, London, Oslo, Congo,
Logroño, Toronto, Cork, York, Boston, Oxford…con codo roto, con hombro flojo, con
poros como fosos, con cojón como combo, con colon mozo, con coño oloroso, con
moño doloroso, con torso spot “don´t stop”, con morro con porro “rococó”, con ojos
globosos, con chocho con dos rombos… Todos son bonobos locos.

Monólogo:

Don Mono Loco, por “Horroroso Zoo” nombró todos con o:

Don Lobo Mormón, don Gordo Moscón, don Ogro Grosso Modo, don Dogo Torpón,
los toros bobos, los monos bonobos poco locos, los loros tontos, los corzos sosos, los
topos costrosos, los zorros ñoños, los potros cojos, los condors rojos, los pollos con
forro fogoso, los osos homófobos, los ocho chotos con bongós.

Don Mono Loco, nombró los “Homo Golfos” con o:

Colombo, con bonoloto con rollo; Don Jonson, con bloc con bollos; Frodo Bolsón, con
moco zozobroso; Bob Dolls, con coz coscorrón; don J. Bond, con voz con dolor; don
Bosco “Cool School”, como mongol; don Cobos, con mojón con moho; Colón, con
“cotton low cost”; Pocholo; con hongos, Rodolfo Brotons, con “Cow Shop”, Poncho,
con Ron “Tocomocho”; Job, con ocho tomos “Cookbook”; Otto, con 2 yoyos
“Cogotón”; Moncho, con los pololos con dos “pomodoros”; Tom, con “Stock Photo”,
Portos, con condón corto.

Don Mono Loco nombró los “Bonobos Sonoros” (poco sordos) con o:

Los Doors, Björk, Korn, Los Coors, NOFX, Toto. Tool, Yoko Ono, Los Osmonds,
Molotov, Bon Scott , “Ojo con los Orozco” “Son con Do”, “Nombro Sol”, “Folk
Down”, “Non Stop”, “Pop Shock”, “Show con Flow” “Gogós Clock”, “Los
Sollozos”, “Soplón Lost”, “Portón Sol”, “Otro Potón”, “Los Nos”, “Don´t Stop Bob”
“Los ocho con voz ploff”,

Don Mono loco, monologó con monólogo:

…Doctor… como ronco poco, poco tronco rompo; como no rompo tronco, los gnomos
con cogollos no son golosos con los monos locos, son rollosos como los troscos trozos
rocosos.

…Doctor… como ronco, rompo los troncos; como rompo los troncos, los gnomos con
collogos, son golosos con los monos locos, son como los jocosos mocosos con cocos
frondosos.

…Doctor… como robot con poco protocolo; como monomotor roto, por los octógonos
fofos; como flor Loto; como trombón fonófono; como tostón morboso, como los bolsos
rotos con logos…

Doctor…yo, Don Mono Loco, como los monos locos, todos los “horrorosos Zoo”, todos
los “homo golfos”, todos los “bonobos sonoros poco sordos”… como son colosos:

…no los compro cocos, los soborno con Volvos rotos.

viernes, 17 de agosto de 2012

Jacob Iglesias, ganador del I Premio Nacional de Poesía Origami.


Uno de los miembros de Sombras en el adarve, Jacob Iglesias, nacido en Palencia y residente en Ávila, ha resultado ganador del I Premio de Poesía Origami con el libro Horas de lobo. Este será publicado en septiembre de 2012. ¡Enhorabuena! (+ información)

martes, 14 de agosto de 2012

Emily Roberts (ii).


El mundo antes

Imagina el mundo antes. El mundo antes: como si no hubiera: higiene, toallas o transporte público. Antes: del tostador, los pasos de cebra, la calefacción, los semáforos o el frigorífico. Antes de las bombillas o las telecomunicaciones. Como si nunca las hubiera habido. Como si. Cuando no las había.

Cuando los héroes eran los animales y el cielo poblaba el cielo. Y el fuego era un peligro, pero también la única fuente de conseguir calor. Cuando nacer no estaba cartográficamente lejos de morir. Y las pieles eran un lujo para el que se dejaba cazar.

Entonces,

allí,

también.

Ellos llevarían pieles o pelo o irían desnudos, como ahora, como ayer, como entonces.

Entonces, también, se habrían querido.

Ellos, todos, más cerca de los animales que del amor de hoy en día.

Bajo las noches negras y frías o cubiertas de estrellas en las que adivinarían ver a un dios.

Con la piel dura o frágil, también los días en que no hubiera nada que llevarse a la boca. O que un animal salvaje irrumpiese en su hogar-escondite-cueva. O que ambos coincidieran. Un animal violento: el pan de cada día.

También allí.

En ese otro mundo que no sabemos si existió, porque nadie puede contarlo por escrito.

En ese mundo sin te quieros, sin cartas de amor o de despedida, sin papel ni lápiz, sin cenas románticas. En ese mundo sin consciencia ni palabra.

En ese mundo, también, lo sabrían (aunque no lo contara nadie) (aunque muriesen mañana) (aunque nadie los hubiera recordado):

También, antes, entre esquimales y raíces, sin camas ni teorías,

donde nadie tenía nombre,

sólo con heridas,

sólo a base de caricias y carne cruda,

en otro mundo,

también allí


habríamos querido.

Pablo Garcinuño (ii).

EL CULO DE LA YOLI

“¿No te habré despertado, colega?”. Antes de que responda ya has entrado en mi casa y asaltas el frigorífico. Con la boca llena, me confiesas que vienes de casa de la Yoli. Que si te la ligaste en el Ambigú, que si os fuisteis a la cama cuando cerraron, que si “vaya culo que tiene la pava”. Al reírte se te escapan miguitas de la boca. Juraría que todavía estás borracho, pero no digo nada. Me limito a darte una palmadita en la espalda con un “qué cabrón” de admiración. Tú te ríes y detallas los pelos y las señales de la noche, dejando claro que no vas a permitir que ninguna loba te cace de nuevo. Luego te vas luciendo esa sonrisa tuya, tan triste desde que María te dejó. “Un día de estos, colega, tenemos que irnos de putas porque te estás apolillando”, añades.

Yo vuelvo a la cama e intento encontrar un hueco debajo de las sábanas. Al levantarlas me quedo un rato observándola (continúa dormida). Tengo que darte la razón, colega. La Yoli tiene un culo de muerte.

Daniel Zazo (ii).



(Meditación acerca de una obra de Balthus)

“Se ha dicho de mis niñas desvestidas que son eróticas. Nunca las pinté con esa intención, que las habría convertido en anecdóticas, superfluas. Porque yo pretendía justamente lo contrario, rodearlas de un aura de silencio y profundidad, crear un vértigo a su alrededor. Por eso las consideraba ángeles”.
Balthus (1908-2001)

Atemporal.
La retina almacena, imperecedera,
aquella vestal ingrávida, ángel de alas levemente tendidas.
Su falda izada,
el espejo que parece querer retener
la mirada impúber, la inocente silueta,
la inmaculada geografía del cuerpo.
En ella, lo íntimo se confunde con lo frágil
y lo perverso con lo virginal.
En su nívea piel,
reposa el lascivo ímpetu de la llama
y la violenta réplica del deseo.
Su pubis se descubre, libre de circunloquios
y de innecesarios preámbulos y rodeos.
Era la belleza revelada, el fuego incitado.
La caverna, sutilmente perfilada,
bóveda donde, impúdico,
el delirio se torna voluptuoso e inmoral.
La figura, a priori, abandonada y sumisa,
me agita y desordena.
El deleite se impone sobre la prudencia
y el recato desaparece.
Mis ojos escépticos, asisten, de súbito,
ante el sublime secreto delatado
que, en su apoteosis encierra,
la vulnerabilidad de una valquiria indecisa
y la erótica del felino en el prólogo del salto.
Su misterio me inquieta y me corrompe.
Ceden los párpados
y su contorno permanece indeleble
en el sótano concupiscente de la memoria.

––Daniel Zazo.

domingo, 5 de agosto de 2012

Nuestro cartel.


Gracias a la artista, Isabel Díaz.

Carlos Bousoño: Homenaje a Santa Teresa.




HOMENAJE A SANTA TERESA


(Éxtasis de alta contemplación)

No había ni rastro del día.

(En la región veloz y fría

allí está inmóvil el verano.)

Nada en el alma se sentía

que fuese dolor o alegría.

Y aunque en la aldaba ya la mano,

allá en la casa que dormía,

quien iba a entrar se detenía.

Y si mirabais por el vano

de la escalera que allí había,

nada subía ni bajaba,

nada menguaba ni crecía.

Todo parado y quieto estaba.


Nada en el mundo se movía.


(Carlos Bousoño)

Marina Abramovic: Homenaje a Santa Teresa.





Serie La cocina. Más aquí.

Marina de Bustos (1993).



Marina de Bustos nació en Ávila en 1993. Estudia Bellas Artes en la Universidad Complutense de Madrid.

*

El bosque despierta lentamente. En la espesura de Galicia la vida nunca abandona a los transeúntes que saben oler, escuchar, observar. Leyendas y seres mitológicos pícaros se disfrazan con su entorno. Una melodía silenciosa abraza a los troncos de los árboles. El olor a hojas húmedas danza en el aire. Cualquiera que sepa oler, escuchar, observar sabrá leer en la atmósfera que no está solo: miles de años de antiguas tradiciones lo acompañan. Nadie vive allí, porque las gentes de los alrededores lo consideran encantado. Saben oír y mirar, mas no escuchar, observar. Pero aunque los lugareños evitan vivir allí, los peregrinos no temen atravesarlo para llegar a su destino. Sin embargo, en este momento no hay nadie que, tan temprano, se adentre en el bosque para seguir el camino. Bueno, nadie que esté dispuesto a oler, escuchar, observar.

Una ramita se parte de nuevo bajo la pisada de un hombre anciano, pero él no se da cuenta. Está demasiado absorto en sus pensamientos. No recuerda nada de su vida, nadie a quien preguntar sobre su pasado. Desesperado de la situación en la que se encontraba decidió emprender el peregrinaje hacia Santiago de Compostela para pedir ayuda al Santo. Porque, sin recuerdo alguno, ¿qué razón podría haber para su existencia? Por eso ahora se encuentra allí, en la remota Galicia, donde termina el mundo… Aunque se ha encontrado con mucha gente que seguía la misma ruta que él, siempre ha seguido solo su viaje, meditando sobre sí mismo y sus recuerdos, esperando a que éstos regresen a él. Pero ya ha llegado a su destino y su memoria sigue igual que antes. Abatido, pero no derrotado, sigue como puede caminando sin rumbo, y sus cansados miembros responden a esa voluntad. Los hombros caídos, la mirada perdida, la mano agarrotada.

¡Qué curioso personaje! Las leyendas y seres mitológicos revolotean a su alrededor, asombrados por su expresión. Pero él no se da cuenta: no puede oler, escuchar, observar. Sus recuerdos –o la ausencia de éstos- tienen al hombre completamente ensimismado y no se fija en su entorno. Entristecidos por este hecho, y teniendo ganas de conseguir un nuevo druida, leyendas y seres comienzan una asamblea ambulante alrededor del peregrino, gritando todos al mismo tiempo y a trompicones. Siempre ha sido así, y siempre se han entendido. Al fin y al cabo, ¿qué no pueden hacer los seres mágicos?

El anciano caminante por fin llega a un claro. Un tronco caído y cubierto de musgo se ofrece de asiento para el cansado cuerpo del hombre. Con cuidado se sienta y coge aliento. No se ha fijado hasta este momento, pero ¡qué aire más limpio! Parece que imbuye vida incluso a las rocas… Con el corazón ligero por primera vez desde que recuerda, se relaja y cierra los ojos durante un minuto. Poco a poco, comienza a oler. Después, a escuchar. Abre los ojos, y por fin observa.

Un chico menudito, no muy mayor, de pelo castaño rojizo largo, se encuentra delante del tronco, del musgo y del anciano. Cantaba una canción entre dientes mientras fijaba su curiosa mirada en el peregrino. “¿Qué es lo que cantas, muchacho?”, pregunta el viejo caminante. “Una canción sobre esta tierra. Y usted, ¿qué es lo que busca?” Intrigado por una pregunta tan amplia, profunda y parca, el anciano respira hondo y espera unos segundos, cavilando la respuesta. “Mis recuerdos y un lugar donde vivir y poder ser de utilidad”, dice con tristeza y desesperanza. “¿Acaso no recuerda más allá de este momento?”, pregunta otra vez el niño. “¿Cómo dices? Sí, claro, pero…” “Entonces, ya tiene recuerdos. ¿Y qué lugares recuerda en sus recuerdos?” Sorprendido otra vez por la contestación del muchacho, el anciano peregrino tarda en entender la segunda pregunta. “Pues… Los pueblos del Camino y este bosque. En los pueblos ya nadie me necesita, y en este bosque no hay nadie ni nada...” Antes de que termine la frase, el niño sonríe con sabiduría y corta los pensamientos del hombre: “¿Está seguro?”

Y en un abrir y cerrar de ojos, como si sólo hubiera sido una ilusión, el niño ya no está.

El anciano no entiende nada de lo que ha pasado. Quizá el bosque sí esté encantado, después de todo… Lentamente, su cansada mente empieza a recapacitar sobre la extraña conversación. “No era un niño normal quien ha hablado conmigo, eso está claro. Sus palabras eran demasiado sabias, por no mencionar el hecho de que desaparece… Pero no creo que me quisiera mal, porque me ha dado una respuesta, o eso creo, a mi gran problema. Pero, ¿qué ha querido decir?” Y mientras piensa en esto, poco a poco se va haciendo un camino frente a él. El curioso caminante vuelve a ponerse en marcha y recorre el sendero, sabiendo que es una señal. Al final de él, una casita de piedra, no muy grande para una familia pero bastante amplia para una sola persona, espera a un dueño que nunca volvió. El claro a su alrededor está descuidado, el musgo comienza a trepar por las paredes, las ventanas están tan sucias que no se ve nada a través… Con cautela da unos golpecitos a la puerta, y al ver que no hay respuesta decide entrar al lugar. Con un trozo de su desgastada capa de viaje limpia un huequecito del cristal de las ventanas para que entre la luz de la mañana para poder ver su interior: libros que por alguna razón sí es capaz de leer se apilan en la mesa central y en las estanterías, y diversos tarros se esparcen por toda la superficie (incluyendo, claro está, el polvoriento suelo). Ojeando los libros se da cuenta de que algunos son recetas de curas, ungüentos y remedios, mientras que otros son historias de leyendas y mitos de muchas culturas. Finalmente, cuando se dirige hacia la mesa se da cuenta de una pequeña carta escrita con letra temblorosa. “Esta casa perteneció a otros antes que a mí. Quién sabe cuántos años lleva aquí… A los seres feéricos les encantan los cuentos, siempre ha sido así. Los lugareños necesitan curanderos, siempre será así. Cuida, nuevo dueño, de esta casa, y recuerda que no estás solo. El viaje nunca termina.”

El bosque despierta lentamente. Por fin, tras muchos años sin un guardián, leyendas y seres mitológicos danzan alegremente para celebrar la llegada del nuevo druida. Por toda la floresta se escucha una canción… Hai un paraíso nos confíns da terra…

sábado, 4 de agosto de 2012

Nuestro poeta invitado: Raúl Vacas.



Raúl Vacas nació en Salamanca en 1971. Es licenciado en Ciencias de la Información y Diplomado en Educación Social. Ha obtenido los premios de “Letras Jóvenes de Castilla y León” de poesía con las obras Confieso que he fumado (1996), El calor de los labios a solas (1997) y El imán de la muerte (1998), y el Premio de la Academia Castellano-Leonesa de Poesía por el libro Proceso de amor (Mar Adentro, 1999). También ha publicado la plaquette Corte y Confección junto con Isabel Castaño, Al fondo a la derecha (una recopilación de artículos de opinión publicados en Tribuna Universitaria) y los libros Consumir Preferentemente (Anaya, 2003) y Esto y ESO (Edelvives, 2010). Ha realizado tareas de edición, animación y gestión cultural en colaboración con medios de comunicación y revistas literarias. En la actualidad coordina e imparte talleres de escritura creativa especialmente dirigidos a la animación a la lectura y la escritura a los jóvenes en colaboración con bibliotecas e institutos.

Es un honor tenerle con nosotros en este recital.


 *

BORRACHOS, GO HOME
Era de noche y me encontré al poeta. Estaba tiritando
de inédito.
RAFAEL PÉREZ ESTRADA: El ladrón de atardeceres.

Sólo nos queda recoger los abrigos y los cadáveres tristes
y salir de puntillas a la noche.
Después recordaremos nuestros ojos y la electricidad
y tus mejillas tiernas y el ruido de los vasos.

Y porque tú no te vayas me beberé la luna
en dos segundos,
pasearé a tu lado sin hablarte,
rebañaré los bordes de tus labios
y escarbaremos el mar y nuestra ropa.

Sólo nos queda en esta noche una canción de cuna
un calendario roto, una mentira más y veinte duros
para arreglar el mundo antes del lunes.

Sólo nos queda tu tabaco de pipa y un papel,
y un poema en barbecho,
y una guerra en Kosovo,
y una deuda en tu cama,
y una bomba en el pecho,
y una sed repetida
y un sueño sin hinchar.

Pero nada me importa si me quedo contigo,
mirándote nublado,
recorriéndote loco y dactilar,
arrimado a tu blusa y a tus pendientes azules
y a tu vida,
llenándome de ti, llorándote, aprendiéndote,
mojándote,
mientras miramos
el cielo sin brillantina alguna,
mientras contamos balcones
y cigüeñas dormidas
y pistachos.

Sólo nos queda una pared sin estrenar
y una pregunta
y una ambulancia negra por las calles
y una lata de alubias,
y el zumo de naranja de las sirenas.

Pero nada me importa, como antes,
si te llamo despacio, sin sufijos,
si te aprieto la angustia
con el dedo meñique
y te borro los labios con mis besos oscuros.

Y así, después de apalabrar los bares
y caminar torcidos
te llevaré a buscar en la basura,
te llevaré a soñar en los cajeros
y a gritar en las plazas sin farolas
hasta que llueva a plazos.

Sólo nos queda en esta noche un charco sin abrir
y tu portal sin ascensor y sin bombillas
y tus pecas impares
y la guerra de Kosovo
y una deuda en tu cama
y una bomba en el pecho
y una buena disculpa
cuando llegue a mi casa
y te sueñe descalzo.

Pero nada me importa si me dices tu nombre,
si me enseñas tus uñas,
si te quitas la falda,
si te quedas conmigo.

(De Proceso de amor)

Isabel Díaz (1992).



Isabel Díaz nació en 1992 en La Villa Joiosa, Alicante. Estudia Traducción e Interpretación de alemán-inglés-ruso en la Universidad de Alicante, pero pretende dedicarse a la ilustración y el dibujo. Recibió el 2º premio de Narrativa Corta del Certamen Jóvenes Creadores del Ayuntamiento de Ávila en 2009. De vez en cuando trabaja con la cantante Zahara con diseños e ilustraciones, tiene una tienda de camisetas y mantiene un blog: http://vinilosdecristalobsidiana.blogspot.com.es/

*

Isabel Díaz ha diseñado nuestro cartel para el recital.

viernes, 3 de agosto de 2012

Rut Sanz (1985).



Rut Sanz Montaña nació en Valladolid en 1985. Es licenciada en Filología Hispánica y en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada. Le han publicado composiciones sueltas en revistas de creación como La chica de La Curva, Degeneración Espontánea, La Fanzine, Calicanto, El Alambique y El Cobaya. Una vez ganó un certamen de relato corto en Murcia. Ha sido pizzera y veedora, entre otras cosas. Actualmente es aprendiz de casi todo. Lee. Oye, ve y calla (aunque a veces escribe). Quiere ser profe. Mantiene un blog: http://www.pinceladasdeazul.blogspot.com.es/


Aquí es donde vivo o donde la paz está más alta
Dice la esperanza: Un día
la verás, si bien esperas.
Dice la desesperanza:
Sólo tu amargura es ella.
Late, corazón... No todo
se lo ha tragado la tierra.
Antonio Machado

Cuando me despierto, tú. Luego, esto cada mañana. Aire y frío distintos. Luz. Piedras que encontrar. Hielo en la hierba. Vaho en la subida. Orden natural perfecto. Composiciones simétricas no planeadas. Y Teresa, en cuyos pies leo todos los días. La puerta, la ciudad, las personas que la habitan. Otra cosa. Las campanas de la catedral repican y replican el canto de los pocos pájaros que no se resguardan aún del invierno. Pan recién hecho en el obrador de nuestra calle. Después, el día. Después, tres vidas. Cuando me ahogo, saco los pies de debajo de las sábanas y escribo con la mano de puntillas para no correr la tinta.

Anna López (1992).



Anna López nació en Ávila en 1992. Estudia Ingeniería Eléctrica en la Universidad Politécnica de Madrid tras abandonar Ingeniería de Edificación un año anterior. Apasionada de las artes escénicas como la danza o el teatro, considera que su forma de poder llegar a esa inocencia básica con la que nacemos, pero de la cual el mundo nos despoja, es con el juego de las palabras. Esa es una de las razones por las que escribe. Mantiene un blog: http://hablandogiglico.blogspot.com.es/

*

Con su gélida mano me oprime el pecho. Sus tenebrosas voces seducen mi pensamiento. En llamas, toda yo en llamas. De dolor, retorcida, mi mente gesticula en busca de auxilio. Desgarrada, enjaulada, anhelante. Y que se agarra y no me suelta. Desequilibrando cualquier resquicio de cordura. Su gélida mano me ahoga. La gélida mano de la realidad me abofetea el alma.

jueves, 2 de agosto de 2012

Jacob Iglesias (1980).




Jacob Iglesias (Carrión de los Condes, 1980) es autor de Las piedras del río (Ayuntamiento de Aguilar de Campoo, 2006), el cuadernillo Sin ruido ni gloria (Ediciones Desesperadas, 2012) y Horas de lobo (en prensa).
  
*

Nota

Olvidarme
de ese poema memorable que comenzaría
“Unos mentirosos de nacimiento buscando
ansiosamente verdades. Eso es lo que somos.”
Escribir algo
sobre esta tarde de domingo sin ambulancias,
ni rastro de aburrimiento,
ni la televisión de los vecinos de arriba
a todo volumen.
Sólo el zumbido tenue del frigorífico,
un libro y, por primera vez desde hace meses,
el sol palpando cada objeto
de la habitación, reconociéndolo
como las manos de un ciego.
Ha sonado el timbre.
Seguro que ya es ella.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Cintia Pérez (1990).




Cintia Pérez de la Cruz nació en Salamanca en 1990, y reside en Ávila desde los cuatro años. Estudia Antropología Social y Cultural en la UNED. Recibió en el año 2010 el primer premio de poesía del Certamen de Jóvenes Creadores del Ayuntamiento de Ávila.

*

i.

¿Dónde estás pez?

El mar es tremendamente percutivo…

Sé que el papel se moja
Y sé que mis besos arden

Pero tú…
¿Tú dónde estás pez?

ii.
Cura sana
Cura sana
Si no se cura hoy
Se curará mañana

Cura sana
Y no me curé…

Me dejó su marquita
Su huellita en la piel

Me dejó su dolor inscrito

Me dejó un sabor a hiel

Me dejó de llanto
Un hálito

Un hábito nocturno

Persecutorio…

Que insiste

E insiste

En dar por crudo

(De Poesías crudas)

domingo, 29 de julio de 2012

Pablo Garcinuño (1981).




Pablo Garcinuño García nació en Ávila en 1981. Es licenciado en Periodismo y ejerce esta profesión desde hace ocho años. Ha conseguido premios en el Certamen Jóvenes Creadores que organiza el Ayuntamiento de Ávila y en el concurso de relato de Gotarrendura. Publica microrrelatos en su blog: enmalestado.wordpress.com

*


COSA DE DOS
Harto de ser un segundón, el 2 adelantó al 1 en un momento de descuido. Aquel triunfo le llenó de euforia al principio pero luego descubrió la presión que conlleva ser el líder de todos los números. Las preocupaciones le hicieron adelgazar y la nariz parecía más grande en su rostro enjuto. El estrés le mantenía tenso como un palo. Miró atrás y le pareció apreciar que el 1, quizás debido a su vida relajada, redondeaba sus formas.

viernes, 27 de julio de 2012

Beatriz Requejo (1994).



Beatriz Requejo nació en Ávila el 22 de agosto de 1994. Empezó a escribir textos hace algunos meses, cuando le regalaron un libro c Gustavo on cuentos de Edgar Allan Poe, su autor favorito. Su primer ídolo literario fue Gustavo Adolfo Bécquer, y ambos le sirven de inspiración.  Escribe un blog: http://atramentisuspiria.blogspot.com.es/

*
La Dama Gris
 Era una noche en la que la Luna se alzaba en el cielo en su máximo esplendor, con el más glorioso de sus brillos, en la más absoluta de sus redondeces. Una noche en la que las criaturas de la misma, levantaban su voz y gritaban estridentemente sobre su llegada. Era una noche idónea para los no nacidos bajo la luz del astro rey que, escondidos entre las sombras, guardaban pacientemente un firmamento como este para proclamarse dueños y señores del mundo. Y yo, asomando mi curiosa mirada por los ventanales de mi humilde morada, de nuevo la vuelvo a ver, a ella, con sus pupilas cristalinas, producto del quejumbroso llanto fruto de la amargura, funesta y desesperanzadora soledad que la causa el no poder encontrarle. Camina solemnemente con paso elegante, mostrando su pálido y demacrado cuerpo cual majestuoso pavo real muestra con orgullo su magnífico plumaje. Ella, que se hunde en el más terrible dolor, agonizando en silencio por su locura, ahogando sus sollozos en lo más profundo de su alma, que es apuñalada una y otra vez por la daga de la ira, de la rabia, de la cólera que, ocasionada por la tortura de no poder volver a sentirle de nuevo, la quema y la destruye por completo. Ella, que sin nombre reconocido por las gentes de este pequeño pueblo, ya es afamada por el sobrenombre de "La Dama Gris"

          Hace unos meses encontrábame yo, deambulando casi al caer las noche por las calles próximas al cementerio, sin ningún rumbo definido, cuando la vi por vez primera. A ella, la cual paseaba en sentido contrario al mío, absorta en sus pensamientos, con la mirada vacía. Ataviada con un hermoso vestido de similar color al de una azucena marchita que, raído por los años, ahora era color grisáceo, parecido al de las piedras mojadas de un riachuelo que emergen de este y hacen golpear y salpicar las pequeñas gotas de agua creando bellos arcoiris de luz áurea. Parecía no tener rumbo alguno también, parecía que solo paseaba para exhibir su radiante belleza y encanto singular del que solo un ángel podría presumir. Me detuve abstraído ante tal criatura, mi corazón se detuvo cuando pasó a mi lado, pude sentir como un mechón de su cabello azabache acariciaba dulcemente mi rostro y cerré los párpados extasiado ante tan gesto. Su aroma era algo sublime. Un aroma que aunaba el perfume de las gardenias recién salidas de sus crisálidas de pétalos blanquecinos y el pasto mojado de las montañas de Castilla. Seguí contemplándola hasta que desapareció de mis ojos en un banco de niebla diáfana, justo a la entrada del cementerio.
Disponíame yo a avolver a mi residencia cuando escuché voces que se asomaban en mis oídos al igual que un suave tintineo de cascabeles, lo suficientemente bajo como para ser un susurro, pero lo suficientemente alto como para ser recogido por otros oídos inquietos como los míos.

          "Pues fíjese usted que aquella joven que se aleja por el camino, vestida en polvorientos y sucios harapos, viene todas las noches por aquí. Ninguna falta. Se la dice "La Dama Gris". Yo la he visto sentarse bajo el sauce ese plantado entre el tumulto de cipreses, llorándole por el recuerdo de, creo yo, algún amante suyo. ¡Pero calle! Que no queda ahí el busilis de la cosa. Se dice que esta joven escucha voces entre las ramas del sauce, que espera la voz de su amante, que solo una vez la susurró su nombre y desde ese momento cayó enamorada de ese canto inexistente. ¡Que se lleve el diablo a esta loca! ¡Que no es hija de Dios ni en su casa la estiman! Pero vámonos vecina, que la noche se acerca y a estas horas la gente que queda en la calle no está en su sano juicio"

          Perplejo volví a mi hogar, con aquella terrorífica historia zumbandome en los oídos, retumbando en mi mente pues, ¿cómo un ángel enviado por nuestro Señor podía ser hija del diablo? Sin creerme ni una sola palabra de tal leyenda, corrí persiguiendo a mi musa hasta encontrarla. Ella estaba arrodillada frente al sauce, anteriormente mencionado en aquellas vocas maliciosas y llenas de envidia y de maldad, acariciaba las hojas del magnífico árbol con tanta fuerza y brutalidad que, las pequeñas ramitas del mismo, rasguñaron las palmas de mi ángel, tornando su color de mármol a uno carmesí. Las gotas cayeron sobre unas insignificantes rosas de papel que se encontraban al pie del sauce y que, de repente, parecían llorar sangre.
Ella lloraba desconsolada, pidiendo con gran clamor y algarabía, por una voz... Pedía por un susurro de aquella voz entre las hojas del sauce, un suave canto que pronunciara su nombre una vez más, un leve sonido de aquella voz le bastaba a mi bondadoso ángel para ser feliz, pero no lo hayó y lloró aún más fuerte. Y yo me fui de aquel lugar. Consternado porque las alas de mi ángel ya no eran blancas, sino grises, oscuras, de una tonalidad sombría, apagada, tenebrosa, lúgubre...

          Desde aquella noche ya no salgo de mi casa, tan solo la observo a ella por la ventana cuando se acerca caminando por el sendero de piedra hasta el cementerio., miro como llora desconsolada hasa que cuando los rayos de Sol amenazan con salir, hacen huír a mi amada. Esta noche no iba a ser menos. Una noche con una magnífica Luna blanca, como la pálida piel de mi amada, en la que las criaturas de la misma levantaban su voz y gritaban estridentemente sobre su llegada, como la voz que atormenta a mi musa. Pero una noche distinta, peculiar a las demás por el hecho de que esta noche es una noche blanca. Los copos de nieve caen sin cesar y el frío se hace hoy más presente que en el resto de los días. Un frío tan helador que se adentra en los huesos y hace daño. Y mi sombría mirada se halla junto a la ventana. De nuevo la veo pasar, no hay noche que falte el movimiento de su carcomido vestido de color gris, y no hay noche en la que no desee poder abrazar ese vestido con mis propias manos y sentirla a ella. Se acerca al sauce, pero esta vez ocurre algo inesperado, en su rostro, una sonrisa. Una bellísima sonrisa, sus dientes son como perlas que se ocultaban en el fondo del océano más remoto y solitario. Sus ojos rebosan lágrimas, pero esta vez son lágrimas de júbilo, de alegría, de felicidad. Ella apoya su espalda contra el tronco del árbol, su piel pálida ahora tiene una tonalidad algo azulada. Sus labios de cereza ahora son del color de las violetas, ella tiembla. Sus finos brazos, descubiertos, se agarrotan sobre su pecho, sus pupilas se vuelven fijas, sobre su frente se presentan sudores y finalmente cierra sus párpados.

Al fin lo entiendo. Escuchó a su voz amante por última vez, su temblor era debido a la excitación que sentía al tener a su amado tan cerca, mantenía sus pupilas fijas porque estaban absortas en el hermoso rostro de su amado, su frente estaba húmeda debido al ardor de verle tan próximo a ella, y sus párpados se cierran al recibir el primer y último beso de su amado. ¡Oh, Muerte divina! ¡Príncipe de la oscuridad que recoges las almas de aquellos de quienes te encaprichas! ¿Por qué te tuviste que llevar a un ángel tan bello? Con un solo susurro en el viento puedes llegar a turbar el alma de cualquier joven y hacer que te anhele con el más profundo de sus deseos.
Pues llévate mi alma también, ahora vacía. Sin lo más preciado que yo poseía, mi amado ángel ya no se encuentra en este mundo, porque ahora está contigo y no puedo admirarle más. Viajaré hasta tu mundo tenebroso, para poder seguir deleitándome con la belleza de mi joven y pobre Dama Gris a la que amaré por siempre en secreto
y entre las sombras.

martes, 24 de julio de 2012

Gustavo Garzón (1980).




Gustavo Garzón Calabrés nace en Ávila el 12 de marzo de 1980. Licenciado en Psicología y Master en Musicoterapia. Es músico y artista polifacético. Ha colaborado en la antología “Poetas del 15 M” (2011) Aunque ha escrito varios poemarios y un libro de cuentos, de momento no se ha editado ninguno. Tiene un blog personal http://experienciasdeunviajerollamadotiempo.blogspot.com.es/

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Humor, Cultura y Locura

Si no sabes lo que buscas,
No entenderás lo que encuentres

El mal dentro del bien cura.
Un poco de amargura en la cordura,
igual que el humor con licor de cultura,
igual que el amor con sabor a locura.

El bien dentro del mal cura.
Un poco de cordura en la amargura,
igual que el amor con licor de cultura,
igual que el humor con sabor a locura.

El mal fuera del bien sangra
y los pecados capitales cantan.
Igual que el dolor de las palabras,
igual que el color de una mancha.

El bien fuera del mal resalta
y las virtudes capitales cantan.
Igual que el color de una mancha,
igual que el sabor de las palabras.